La extrema derecha francesa y las drogas: parte I

La reciente ascensión de la extrema derecha en Europa

Desde hace poco más de veinte años, la extrema derecha ha conquistado cada vez más espacio en prácticamente todos los países de la Unión Europea, exponencialmente buscando conquistar votos por medio del populismo al crear chivos expiatorios para conquistar porciones de la población a través de la creación político-ideológica de enemigos fáciles en lugar de trazar el largo camino hacia soluciones reales para los problemas estructurales que afligen sus países.

Francia es un gran ejemplo – si no el más notable, por el contraste con su pasado progresista – del crecimiento de la extrema derecha europea. Francia ha sido vista desde hace más de dos siglos por el mundo no solo como polo cultural e intelectual, sino que su lengua ya fue considerada esencial para cualquier persona que quisiera profundizar sus conocimientos en variados campos leyendo las más brillantes obras en su idioma original. El país galo tuvo su imagen asociada a la vanguardia en las más diversas áreas sociales por mucho tiempo.

Hoy, Francia sigue siendo una de las economías más poderosas del planeta, uno de los pilares de la Unión Europea junto a Alemania y poseedora de un estado de bienestar social generoso. Sin embargo, parte importante de su población parece cada vez más aceptar el discurso de indignación propuesto por la extrema derecha xenófoba, autoritaria y, hasta antes de la crisis sanitaria generada por la pandemia de COVID-19, euroescéptica.

Los grandes y exitosos símbolos recientes de la extrema derecha francesa sin duda son el partido Frente Nacional (desde 2018 renombrado Agrupación Nacional) y su presidente Marine Le Pen, que ha logrado crecer firmemente en las últimas elecciones, con 21,43% de los votos en el primer turno de 2017, apenas atrás del actual presidente Emmanuel Macron, que obtuvo 23,89% de los votos. Encuestas indican que la posibilidad de volverse la candidata más votada en las próximas elecciones se hace cada vez más real, ampliando sus chances de llegar a la presidencia en un eventual segundo turno en 2022.

«Francia es un gran ejemplo – si no el más notable, por el contraste con su pasado progresista – del crecimiento de la extrema derecha europea.»

Los partidos de extrema derecha históricamente suelen ganar apoyo en épocas de dificultades económicas, proponiendo soluciones que parecen fáciles y rápidas a los problemas, que estructuralmente suelen llevar a ningún lado, pero sabiendo explorar los miedos y creencias de parte de la población, desplazando la atención hacia otros temas y segmentos sociales, que suelen ser demonizados como fuentes de problemas que en realidad son parcialmente intrínsecos al funcionamiento del país dentro del modelo económico vigente.

Las políticas relacionadas a drogas y estupefacientes se ven directamente afectadas cuando los gobiernos de extrema derecha conquistan la mayor parte de la base del gobierno, en general compuesta por un parlamento o congreso. En general, el principal resultado es la clausura de las vías de diálogo que valoran la opinión científica-intelectual y la apertura de espacio para el prohibicionismo indiscriminado y autoritario, que ya se mostró ineficaz durante más de un siglo de lucha contra las drogas alrededor del globo.

La semana que viene veremos con más detalles el caso de Francia y los cambios en sus políticas de drogas debido a la fuerza que ha adquirido la extrema derecha.

Europa ha visto un crecimiento exponencial de la extrema derecha en las últimas dos décadas.

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