La extrema derecha francesa y las drogas: parte II

La estricta política de drogas en Francia

Se nos hace bastante claro que el modelo prohibicionista ha creado un mercado negro donde están involucrados actores políticos y personajes con intereses propios, que mueven cantidades estratosféricas de dinero entre el tráfico, el comercio de armas y la financiación de actividades terroristas. La sociedad, como un todo, no recibe prácticamente ningún beneficio de este modelo vicioso. Una discusión seria sobre el tema va siendo postergada, o más bien anulada, y todos perdemos con este hecho.

Drogadictos, redes de tráfico de drogas, de armas y de seres humanos ganan cada vez más fuerza y llegan a crear instituciones paralelas a Estados en determinadas partes del mundo. Una discusión verdadera sobre el tema se hace cada vez más necesaria a nivel mundial, pero dogmas sociales, lobbies de determinados grupos socioeconómicos e intereses personales se sobreponen a lo que podría considerarse una aproximación honesta.

«Marine Le Pen se opone a cualquier laxitud y ha declarado que las leyes deben aplicarse con más dureza, más efectivos policiales y mayor reprensión judicial. Más de lo mismo que beneficia las grandes redes de tráfico.»

El caso de Francia es muy ilustrativo: el país es considerado uno de los más estrictos de Europa occidental con respecto a su política de drogas. Inclusive la marihuana tiene prohibida su producción, posesión, venta, compra y hasta mismo su uso medicinal. Las penas son duras, y bastante desproporcionadas especialmente al no hacer una distinción clara entre el traficante y el que la posee para su consumo personal. La producción puede ser castigada con penas de hasta 20 años de prisión, mientras el consumidor puede ser penalizado con un año en la cárcel o una multa máxima de 3.750 €. Con excepción de los países escandinavos, ningún otro país de Europa occidental posee penas tan duras para la marihuana.

Vale la pena aclarar que, aún frente a este escenario de ilegalidad, la marihuana es muy consumida en el país. Según el Instituto Nacional de Altos Estudios en Seguridad y Justicia, Francia es uno de los principales mercados consumidores de cannabis de Europa. Quién se beneficia de esta actividad económica marginalizada? Seguramente ni el Estado, ni la sociedad. En cuanto a drogas sintéticas, las leyes son todavía más duras y en nada ayuda esta clausura del diálogo sobre algo que hace parte de una realidad social incontestable, nos guste o no.

Las próximas elecciones en la segunda economía de la Unión Europea quizás no resulten en un cambio de paradigma en la política de drogas del país, pero el camino hacia una discusión sana y honesta definitivamente no pasa por la posición de Marine Le Pen, que ya afirmó que Francia estaría perdiendo la guerra contra las drogas porque no estaba luchando de verdad contra ellas. Ella se opone a cualquier laxitud y ha declarado que las leyes deben aplicarse con más dureza, más efectivos policiales y mayor reprensión judicial. Más de lo mismo que beneficia las grandes redes de tráfico.

La semana que viene vamos a discutir la sorpresiva prohibición del kratom en Francia al principio de 2020, sin que hubiese cualquier discusión pública al respecto. Qué ocultan los políticos franceses?

Francia no hace una distinción clara entre el tráfico y el uso personal de cannabis.

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