Los países productores de kratom

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Los países productores de kratom

La Mitragyna speciosa es una planta originaria del sudeste asiático, tradicionalmente utilizada por las poblaciones locales para mejorar su rendimiento y resistencia en trabajos duros como sembrar la tierra bajo el caluroso sol tropical o como medicina analgésica contra dolores y molestias. El kratom es considerado nativo de Indonesia, Tailandia, Malasia, Myanmar, Camboya, Papúa Nueva Guinea, Laos, Vietnam y Filipinas.

Aunque endémico de esa región de Asia, el kratom puede crecer en cualquier lugar que le ofrezca mucho calor y agua durante todo el año, como en zonas ecuatoriales y algunas tropicales en África, Sudamérica y Centroamérica.

Hoy en día, Indonesia es el principal país exportador de kratom y se estima que de ahí viene alrededor de 85-95% de todo el kratom vendido en Estados Unidos, en donde alrededor de 15-16 millones de personas lo consumen. Sin embargo, el gobierno indonesio está considerando la prohibición total del kratom en su territorio.

Aunque sea un juego complejo de entender, en Indonesia acusan a la FDA (Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos) de presionar al gobierno local por su prohibición. La agencia estadounidense lo niega, pero no dejemos pasar desapercibido que en Estados Unidos ella ha hecho grandes esfuerzos para demonizar el kratom, tratándolo como si fuera un peligroso opiáceo fuera de control y cediendo a la presión de las grandes farmacéuticas y sus intereses.

«Mientras la gran mayoría de las economías en desarrollo buscan recuperarse de los efectos económicos negativos provocados por el COVID-19, el sudeste asiático tiene en sus manos una preciosa opción a ser explorada.»

La gran mayoría de las plantaciones de kratom indonesias se encuentran en la provincia de Borneo Occidental y a la fecha de hoy su cultivo y exportación siguen siendo legal. Su prohibición afectaría directamente los ingresos de centenas de millares de familias que viven de ello, más allá de desestructurar la cadena de exportación de la planta.

Quizás países que no han ilegalizado el kratom, como Vietnam, podrían sacar provecho de la situación. En las Filipinas el kratom también es legal, pero el gobierno de Rodrigo Duterte ha sido acusado de crímenes contra la humanidad en su guerra contra las drogas – especialmente el cannabis – desde 2016 y, por lo tanto, parece improbable que el desarrollo de la exportación del kratom en gran escala se desarrollara sin grandes conflictos. Ya Papúa Nueva Guinea podría beneficiarse de la situación si el gobierno promoviera el país como exportador, aunque hay muchos actores e intereses involucrados para hacer cualquier pronóstico.

En Malasia, está prohibido sembrar y exportar el kratom, pero al ser una planta nativa utilizada hace siglos o quizá milenios, su uso como analgésico sigue vigente en el interior del país. En Camboya, aunque legal, hay relatos de incautación del kratom por parte de autoridades. En Myanmar, el kratom es ilegal, y tras el golpe militar de este año y su guerra civil de facto, no hay cualquier perspectiva de mejora o cambio.

Tailandia posee una de las situaciones más interesantes al respecto del kratom: tras su prohibición para beneficiar la producción y exportación de opio en 1943, miles de personas fueron aprisionadas por algo que era parte de su tradición desde hacía milenios. En mediados de la década de 2010, se empezó a discutir su legalización para, finalmente, en 2021 ser integralmente aprobada su producción, venta, consumo y liberación de todos los prisioneros que habían sido encarcelados por su relación con la planta. Hay que ver si su futuro como exportador también será viable.

El sudeste asiático ofrece distintas realidades con relación al kratom. Si tratadas desde un punto de vista honesto, la producción y exportación de la planta pueden agregar mucho a la economía local, como ya pasa en Indonesia, y que ahora se encuentra amenazada. Mientras la gran mayoría de las economías en desarrollo buscan recuperarse de los efectos económicos negativos provocados por el COVID-19, el sudeste asiático tiene en sus manos una preciosa opción a ser explorada.

El sudeste asiático y el kratom: una relación natural y tradicional

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